- LA ÚLTIMA ALDEA HIPPIE -


Existe un maravilloso valle olvidado, paraíso natural en la tierra, 
donde la obsoleta presencia humana inaltera la paz más absoluta.
Si trató de moldearla a sus necesidades para convivir en su medio, 
fué incapaz de domesticarla a su salvaje instinto para adaptarse en el.

Un puente de piedra se presenta e invita cruzar un rio que rompe el silencio.
 La agradable llovizna casi impercetible, nos acompaña en el serpenteante
trayecto en ascensión de esta densa y tupida vegetación sin destino aparente. 
Falta la respiración y pesan las piernas cuando un claro se desvela,
 la aldea oculta que estábamos buscando, al fin presenta su existencia.

Conjunto de casas de montaña de fuertes muros, albergó 
posiblemente a una de las últimas comunidades hippies existentes.
Movimiento contracultural, libertario, pacifista  e incluso naturista, 
jóvenes de las valles cercanas encontraron aquí su lugar en la tierra
 al antojo de su propio ritmo en la realización de sus propios pensamientos.

Bienvenidos a la última aldea hippie. Paz y amor.






 
Templos de paz y harmonía con el medio, el silencio llama a la reflexión,
la calle principal posee 4 grandes casas que mueren en una iglesia
donde la vista se pierde entre valles y cimas de ensoñación.

 
Más de 1.000 metros de altura encaraman a este pequeño pueblo en el mundo,
donde la existencia humana se fecha aquí en siglos como el IX-X o anterior.
 Nuestros amigos hippies de esta nueva era moderna, fueron los verdaderos 
dominadores del tiempo y de la tranquilidad en pos de cualquier dificultad.  

Compensados a la dureza del invierno o de la montaña,
    la abundancia en pastos y frutos, en agua y nieve, en combatir
 los vientos del norte y del sur o de vivir alerta entre feroces osos y lobos
en un pasado no tan lejano, les hacía vivir un día a día apasionante.
Entre sus quehaceres diarios, el arte fue uno de ellos, a su manera,
dejando la iglesia de ser parroquial sin rectoría, para lustrarla pagana.


 Diminuta y preciosa, cualquier tipo de adoración religiosa fue sustituido por 
motivos florales en formas geométricas, induciendo a otra forma de pensar.


Construcción primitiva prerrománica de una única nave sin ábside,

una pila bautismal admit y adoptó en sus ritos a sus nuevos fieles. 


La leve lluvia repiqueteaba y se filtraba por un techo agujereado, 

nos mojaba en ocasiones a su propio bautismo para con el lugar.
Banda sonora de la concordia, la sensación de libertad y acogimiento 
resultaba maravillosa, demorando una y mil veces nuestra salida. 







En el ultimo censo realizado, 1 hombre y 3 mujeres fueron los últimos 

ciudadanos legales desde lejanas épocas hasta nuestros ilegales okupas.
Todas las casas eran nombradas y conocidas con los nombres de sus
antiguos propietarios, incluyendo las fechas a la entrada de cada una.
 La primera de 4 que quedaban en pie era la del hippie, entremos.


En la mano izquierda el tabaco de liar, la boquilla apoyada en la oreja.

En la derecha, el papel al cual se vierte todo, incluida la marihuana.
Se enrolla y cierra con un suave lametón por el borde y se enciende.
La primera calada se saborea, fluyendo un bajón alegre que atraviesa
cada una de las terminaciones desde la cabeza hasta los pies...sonríe.

Posiblemente, con el tío Bob sonando de fondo u otras 
 variantes alternativas más metaleras de rebelión y lucha,
nuestro inquilino se sentía plenamente realizado y feliz
donde la austeridad era la norma en la casa del buen rollo.


 Mandalas, corazones, estrellas y lunas entre otras cosas, decoraban el salón.
 Nombres inscritos, la bienvenida de primillo y frases inmortalizadas,
hacían presagiar que entre su habitación de ebanista y su etnicidad,
debió ser un lugar magnífico para vivir, para expresarse y para sentir. 

 
Cerramos la puerta y subimos al ultimo piso, el dormitorio.



 



Todas y cada una de las casas contaban con gallineros y despensa.

Situados en los bajos, allí guardarían el agua, víveres, utensilios, todo
al calor ascendente que producían los animales para con sus dueños.

De todas y cada una, esta sería posiblemente, la casa comunitaria. 


Reunidos alrededor de una mesa y con el mapa de los valles delante, imagino 

las comidas y cenas amenizadas contando una y mil batallas de estas montañas.
Lugares sagrados, colinas imposibles, animales vistos, valles por explorar, etc.


Al crujir de cada uno de los tablones de madera del suelo que pisamos,

  contemplamos esa silla que mira a través del balcón sus montañas.
Al abrigo de mantas, la reflexión y el tiempo se detienen para siempre. 
 







Las dos ultimas casas tienen un marcado regusto femenino.

La primera es la de la ninfa soñadora y coqueta, con ansias de volar.


La segunda, la rosa, solo conserva un bonito mueble en el salón.


Nuestra visita hippie llega a su fin, a merced y amparo de su destino.


 






LA VIDA OBVIA EL PASADO, EL PRESENTE O EL FUTURO,
TENER LA VALENTÍA DE HACER LO QUE QUIERES, ES LIBERTAD,
Y QUE ENCIMA TE GUSTE LO QUE HACES, ES FELICIDAD.
ADMIRO VUESTRA VIDA, AL SUSPIRO DE HABERLA CONTEMPLADO.

4 comentarios:

  1. Que decir... Como siempre un reportaje cojonudo! Enhorabuena!

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    1. Muchísimas gracias Pablo!!! Me alegra que te gustara, un abrazo crack ;)

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  2. :O yo quiero ir a esa iglesia !!! :O

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